Arte Rosa.

El otro día no podía dormir, y no se como, acabé buscando en internet el por qué del cambio de color de la piel de Michael Jackson. Dejando a un lado mis peculiares formas de conciliar el sueño, tengo que contar una lección que nos viene bien aprender a la sociedad de hoy.

Este video es un corte que hice de una entrevista bastante larga que le hace Oprah a Michael Jackson cuando ya su fama era más que consolidada.

Oprah insiste en averiguar como le cambió el color de la piel, así como otros detalles de su vida privada (no es más que un reflejo del interés del público, yo la primera). Después de varias respuestas incómodas, que no satisfacían a la periodista, esto es lo que dice Michael;

-"Eso no es importante para mi. Soy un gran fan del arte. Me encanta Miguel Angel. Si tuviera la oportunidad de hablar con él, querría saber que le inspiró para convertirse en lo que fue, la anatomía de sus creaciones. No con quien paso la última noche o por qué decidió tomar tanto el sol. ¿qué estamos haciendo mal?

Chapó Michael. Es algo tan obvio que a veces lo obviamos...Tenemos que aprender a no juzgar. Cada uno decide hacer con su vida privada lo que cree conveniente, y es algo paralelo al proceso creativo de un artista. ¿Quienes somos para opinar sobre la vida sentimental de un personaje público al que ni si quiera conocemos?, Lo mismo con el estilo de ropa, quienes son sus amigos o donde veranea. Me da mucha pena que un famoso se sienta acosado, (aunque por otro lado están los que se exponen a eso, digamos Belén Esteban).

Otro aspecto mas controvertido nace cuando un cantante se droga o un futbolista defrauda a hacienda. Quizá esos detalles nos cambien la imagen que tenemos de ellos. Más allá de valorar el trabajo del artista, hay quien llega a idolatrar la imagen que de este reflejan los medios (porque lo que creemos conocer a nuestro ídolo no es mas que eso, el reflejo superfluo de una campaña de marketing)

En definitiva, separemos el interés público, del interés DEL público. Dejemos que el arte respire y que los artistas sean personas corrientes. Que sean juzgadas ante la ley igual que cualquier otra persona, que puedan cometer errores, y que sus familias no sufran los daños colaterales.