Las verdades de Federici la feminista.
- patricia13g
- 18 mar 2018
- 3 Min. de lectura

Tal vez el nombre de Silvia Federici te resulte familiar por la referencia que la Gata le hace en "Lisístrata", o tal vez la conozcas por ser una de las mas famosas pensadoras feministas de la actualidad. Federici publicó en 2004 CALIBÁN Y LA BRUJA MUJERES CUERPO Y ACUMULACIÓN ORIGINARIA FEDERICI, SILVIA (enlace para descargar)
En esta obra estudia, entre otras cosas, la relación entre el machismo y el capitalismo. Yo dejaré los idearios políticos al arbitrio de cada uno. Lo que si voy a enfatizar son ciertos aspectos históricos que la autora destaca en su libro.
Empezaré haciendo mención al intento eclesiástico de regular el comportamiento sexual en Europa. Mary Condren señala en e Serpent and the Goddess (1989) [La serpiente y la diosa], como desde el siglo IV (en Irlanda, y probablemente antes en otros países) el clero reconoció el poder que el deseo sexual confería a las mujeres sobre los hombres y trató persistentemente de exorcizarlo identifcando lo sagrado con la práctica de evitar a las mujeres y el sexo. Ademas se quitó todo poder a la mujer a través de otros métodos como su expulsión de cualquier momento de la liturgia y de la administración de los sacramentos. Pero en definitiva, el arma principal fue hacer de la sexualidad un objeto de vergüenza.
En el primer volumen de Historia de la Sexualidad (1978), Foucault demuestra como la Iglesia Católica intentó imponer un verdadero catecismo sexual, prescribiendo detalladamente las posiciones permitidas durante el acto sexual (en realidad sólo una era permitida), los días en los que se podía practicar el sexo, con quién estaba permitido y con quién prohibido. Podemos ver como desde épocas muy tempranas, la Iglesia no sólo espiando los dormitorios de su rebaño sino haciendo de la sexualidad una cuestión de Estado.
Mi intención no es arremeter contra la Iglesia como institución (con la que, dicho sea de paso, no estoy de acuerdo, aunque eso no quiere decir que esté contra de las religiones), pero no podemos dar la espalda a hechos históricos que han marcado a la sociedad.
Ahora situándonos en la Edad Media, no haré referencia a la caza de brujas, que se relaciona erróneamente con esta época, sino al comienzo de la denigración laboral de la mujer. Ellas no debían trabajar fuera del hogar y sólo podían participar en la «producción» para ayudar a sus maridos. Así, si una mujer cosía algunas ropas se trataba de «trabajo doméstico» o «tareas de ama de casa», incluso si las ropas no eran para la familia, mientras que cuando un hombre hacía el mismo trabajo se consideraba «productivo».
El matrimonio era visto como la verdadera carrera para una mujer; hasta tal punto se daba por sentado la incapacidad de las mujeres para mantenerse que, cuando una mujer soltera llegaba a un pueblo, se la expulsaba incluso si ganaba un salario.
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Como ven, la negación de derechos hacia la mujer no es algo nuevo. Escuchar el concepto que se tenía de la nosotras en la Edad Media, y que nos suene familiar, es alarmante. No debemos tampoco dejar de escandalizarnos por estas prácticas solo porque fueran propias del siglo XIII. Esas mujeres existieron, y sufrieron injustamente. Además, la misoginia fraguada durante siglos, es la que hoy nos obliga a salir a las calles para reivindicar unos derechos que nos son propios por naturaleza.
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